Fuente: www.informacion.es
Siete de cada diez adultos que participan en programas contra las adicciones están trabajando y aumentan los que están enganchados a las pantallas. Las mutuas recomiendan a las empresas protocolos para manejar estas situaciones.
Más del 74% de los adultos que participan en programas de deshabituación de algún tipo de adicción están trabajando y su estado de ánimo influye en su ejercicio laboral. El consumo de sustancias, sobre todo de alcohol y cocaína, y la adicción a las pantallas y a los móviles, que va en aumento, alteran la concentración de los empleados. En este último caso, al no poder utilizar las redes en horario laboral pueden sufrir alteraciones en su comportamiento.
Las mutuas instan a las empresas a tener protocolos de actuación para manejar estas situaciones pues el uso inadecuado y abuso de sustancias genera relaciones potencialmente adictivas que pueden incrementar la siniestralidad, reducir la productividad y deteriorar el clima de trabajo pues uno de cada cuatro siniestros laborales tiene relación directa con el consumo de alcohol y cocaína.
Asimismo, el absentismo de su puesto de trabajo de las personas que abusan de sustancias es hasta tres veces superior que el del resto del colectivo laboral. Sus bajas tienen un coste muy superior por dos motivos, “cuerpos dañados que enferman con más facilidad y procesos de recuperación más largos”, señaló Fernando de Pina, técnico en prevención y tratamiento de las adicciones y comisionado en prevención laboral en Proyecto Hombre en una intervención con una mutua colaboradora con la Seguridad Social.
Atendiendo al ámbito laboral, el consumo de drogas puede afectar a la realización del trabajo, modificando la calidad o el rendimiento en el mismo, y provocando accidentes laborales. A esto se unen las consecuencias sociosanitarias derivadas del uso de sustancias psicoactivas y que pueden afectar, a nivel individual o social, a la persona trabajadora o a terceras personas.
No solo las sustancias, también las conductas adictivas ligadas a comportamientos, ludopatías o tecnologías pueden impactar negativamente en el comportamiento o las relaciones en una provincia en la que el alcohol, el tabaco, los hipnosedantes y el cannabis son las sustancias con mayor prevalencia de consumo en la población de 15 a 64 años, en la que se incluye la edad laboral.
Este tipo de situaciones preocupan a las asociaciones de lucha contra las adicciones. En el caso de la Fundación Noray se dirigen a las empresas “porque a veces desconocen la existencia de este tipo de intervenciones y programas e intentamos que sepan que están como una alternativa más. No solo por los problemas que pueda tener el personal laboral con las adicciones sino para sensibilizar en ciertos aspectos de la salud y formar a mandos intermedios para que conozcan cómo actuar porque al final hablamos de acciones de prevención”, explica el psicólogo Nicolás Condés, coordinador de la Fundación Noray en Alicante.
“Queremos sensibilizar en ciertos aspectos de la salud y formar a mandos intermedios de las empresas para que conozcan cómo actuar porque al final hablamos de acciones de prevención”.
Nicolás Condés . Proyecto Hombre
Este profesional dio su punto de vista en la jornada “Abordaje de las adicciones en el entorno laboral, enfoque y gestión”, organizada por Ibermutua de la Comunidad Valenciana y celebrada en Alicante, en la que Francisco Javier Coderch Carbonell, director de zona de Prevención, habló sobre “Gestión en el ámbito de la prevención de riesgos laborales de las adicciones en el trabajo y de las coberturas de Seguridad Social, un reto para avanzar en organizaciones saludables”.
Proyecto Hombre presentó en este foro el programa de intervención laboral que maneja de sensibilización, formación y acompañamiento a empresas con situaciones de este tipo, y generación de protocolos, acreditado por la Generalitat Valenciana. “En los casos en que intervenimos de adultos más del 74% están trabajando, con lo que existe esa problemática en la empresa. Queremos llevar este tipo de intervención al ámbito laboral para generar empresas mas saludables”.
Condés pone el acento en que también intervienen con personas que han perdido el empleo a causa de sus adicciones, lo que agrava una problemática compleja. Por ello insta a las empresas a ayudar a sus empleados, “personas en las que han invertido y a las que han formado. Si tienen una enfermedad como es una adicción hay que intentar solucionarlo, otra cosa es que la persona no quiera. Pero si su voluntad es eliminar esa problemática y la empresa le puede ayudar, estamos en ese lado”.
La prevalencia del consumo de sustancias psicoactivas en la población laboral es del 81% en el caso del alcohol; del 42,3 el tabaco; del 11,2% los hipnosedantes; del 10,9% el cannabis; del 3,1% la cocaína; del 1% el éxtasis; del 0,8% tanto las anfetaminas como los analgésicos opioides; del 0,7% los alucinógenos; y del 0,1% la heroína, según el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones. Por sexos, alcohol es la más prevalente en ambos; y después tabaco en ellos e hipnosedantes en ellas.
Según el mismo observatorio, la prevalencia de consumo según los diferentes riesgos en el entorno laboral, en más del 11% de los casos está causada por sentir agotamiento en el trabajo; y otro tanto por tensión o estrés; un 10,6% por inseguridad en el futuro laboral; un 7,1% por creer que es un trabajo peligroso; y el 6% por sentirse mal pagado.
Francisco Javier Coderch Carbonell, director de zona de Prevención en Ibermutua, precisa que las adicciones en sí mismas no son un riesgo laboral sino una circunstancia real que viven las empresas, con trabajadores que en un momento determinado pueden entrar en cualquier tipo de adicción. A estupefacientes, alcohol o tabaco.
Salud mental
A esto se pueden sumar cuestiones relacionadas con la salud mental por lo que habría que analizar qué tipo de situaciones en el trabajo potencian las adicciones para poder modificar la percepción de los afectados sobre la conducción, la utilización de máquinas y trabajos en altura. Casos en los que “la empresa no puede disminuir su responsabilidad sino que por contra tiene la obligación de extremar las condiciones de seguridad y limitarlas para garantizar que esa persona puede ser segura para sí misma y para los demás”.
“Son muchas las circunstancias por las cuales un trabajador puede sufrir una adicción a una sustancia, a una situación o a las nuevas tecnologías. El afectado no es un trabajador a desdeñar por parte de la empresa. Hemos tenido experiencias por parte de compañías a través de sus recursos humanos sobre trabajadores con dificultades de alcoholismo o que entran en una adicción por una separación pero no quieren desprenderse de ellos sino ayudarlos. La empresa puede hacer algo más de lo que piensa”.
“Hemos tenido experiencias por parte de empresas a través de sus recursos humanos sobre trabajadores con dificultades de alcoholismo o que entran en una adicción por una separación pero no quieren desprenderse de ellos sino ayudarlos”.
Francisco Javier Coderch . Director de zona de Prevención en Ibermutua.
Cuando esta situaciones se producen en los centros laborales aparecen temores e inquietudes, y dudas sobre cómo tratar el asunto dentro de la confidencialidad. Una situación complicada a abordar con profesionales “pero también desde las propias empresas con protocolos de detección y sobre todo sin que el trabajador afectado se sienta rechazado ni perseguido”.
En este sentido, recuerda que el Estatuto de los Trabajadores contempla el despido en estas situaciones pero piensa que no hay que llegar a este punto y que las empresas tienen obligaciones hacia sus plantillas en el marco de la responsabilidad social y como una forma de devolver a la sociedad parte de lo que le aporta, apoyando a sus trabajadores cuando lo necesitan.
La perspectiva de género es otro aspecto a tener en cuenta dado que algunas adicciones se relacionan más con las mujeres que han tenido más dificultades de acceso al empleo. En los hombres hay casos de drogas legales e ilegales excepto los fármacos para la ansiedad, usados más por ellas.
El representante de Ibermutua considera que las personas con esta problemática deben ser tratadas como trabajadores especialmente sensibles, al igual que aquellas con dificultades de inserción, tal y como figura en la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo; y los centros laborales actuar como vínculo para acceder a entidades como Fundación Noray, con la que esta mutua ha establecido un convenio.
Por último, este portavoz cree que las empresas deben realizar vigilancia de la salud y reconocimientos médicos con encuestas sobre factores de riesgo de sus trabajadores para tomar medidas preventivas antes de que se produzcan situaciones de daño. “Es un tema muy tabú y hay temor a tocarlo por desconocimiento. Teníamos la obligación moral de realizar este programa con Proyecto Hombre; y uno de los objetivos es poner en valor estas actuaciones y difundirlas para que las empresas elaboren sus protocolos de actuación y modelos saludables”.